jueves, 17 de febrero de 2011

Archivos secretos de la Villa: "El Capitán y los saltamontes"






Aún éramos un pendejos que sonreían a todo y hubo un tiempo en que los saltamontes invadieron los pastizales de la acequia que pasaba cerca de la Panamericana, a la altura del kilómetro 20. En razón de los veranos calurosos y cansados de los juegos trillados, se decidió ir de cacería. Nuestro Capitán ( Un pendejo un poco mayor que nosotros) nos citaba en la Pileta de la plaza ( Del tiempo que hablo, sí era una pileta. Hoy en día hay pasto y tierra seca) Llegaba completamente equipado: En su mochila de explorador llevaba frascos vacíos de distintos tamaños y una tortuga de trapo que tenía clavados alfileres con pelotitas de distintos colores ( Los colores eran importantes para la tarea a seguir ) Generalmente se utilizaban para exhibir los trofeos y asustar a las niñas de ese entonces, que sólo se dedicaban a saltar la cuerda y a dibujar en las calles números del 1 al 10, el cual, este último, era el número mágico que todas debían alcanzar saltando con un pie, recoger el "tejo" y volver al inicio.

--¿Todo listo?- preguntaba nuestro Capitán que nos ordenaba según ña estatura ( A mi hermano y a mi , siempre nos tocaba de los últimos)
--¡Sí mi Capitán!- respondíamos al unísono-

Le denominábamos el "Capitán", porque sacaba a escondidas el gorro de la aviación del Papá. Nosotros lo admirábamos por esa osadía. Muchas veces traté de probarme el de mi Papi, pero él lo tenía bajo siete llaves y lo cepillaba religiosamente todas las tardes. En una ocasión se le quedó olvidado sobre la cama y yo corrí a probármelo frente al espejo. Me veìa chistoso, porque se me caía y me tapaba los ojos. Esa fue la única oportunidad, jamás hubo otra.

Ya dije que era un poco mayor que nosotros. Uno o dos años, no lo recuerdo . Y por más que reviso los Archivos Secretos de la Villa, no logro dar con el nombre del muchacho en cuestión. Aparece tarjado su nombre con un plumón negro , cada vez que se refieren a él. Me llama la atención y he tratado de hacer memoria, pero mis recuerdos no son tan exactos. Tengo vagas nociones del "Capitán". Quizás, mientras siga transcribiendo, lograré dar con él .

--Saben que hoy es la misión más importante de todas, pero hoy nos iremos al campo de batalla por la otra calle, daremos la vuelta a la manzana,no quiero que ningún espía interfiera en nuestros planes - dijo el Capitán con voz importante, refiriéndose, sin lugar a dudas, a la Señora Carmen y a las demases, que ya ejercían a sus anchas la profesión de Periodistas-
-- ¡¡ Sì mi Capitán!!!
Y partíamos a trote lento, seguiendo la gorra azul que iba a la cabeza.

El Capitán, el Capitán, el de las canillas flacas, que siempre andaba con jeringas y dándole aspirinas molidas a los gatos, porque creía que sufrían de migrañas crónica y que por eso dormían todas las tardes. Muchos cuentan que comía kilos y kilos de ciruelas verdes con el único propósito de andar con cagadera y así poder faltar a la escuela. Otros informes secretos revelan que a su hermana menor la torturaba sicológicamente diciéndole que ella era adoptada, que la habían recogido de la basura, que el viejo del saco era su legítimo padre y cosas por el estilo. Todo lo hacía con el único propósito de experimentar hasta dónde era capaz de soportar la mente humana...(Ahora que recuerdo, hace dos años atrás me enteré que su pequeña hermana viste una camisa de fuerza que azota en las paredes acolchadas del "Open-Door", sin recibir visitas de ningún tipo).

Nosotros , pendejos, obedecíamos todas las órdenes de este niño flaco al extremo, que con una sola mirada parecía escudriñar cada secreto oculto en nuestras infantes almas. Él era quien dirigÍa cada uno de nuestros juegos y, por cierto, cada una de nuestras cacerías. Esa tarde no era distinta al resto... ya estábamos en las afueras de la cancha de fútbol , en las orillas de la acequia que corría bulliciosamente
entre nosotros. Realizábamos una operación "peineta" recolectando cada una de nuestras víctimas. Los morados eran los màs difíciles de cazar : Requería mucha concentración y pacientemente acercar la mano semicerrada hacia el objetivo y luego , cuando ya estuviese encerrado en ella, soportar estoicamente las sacudidas de los prisioneros ( Algunas veces daban cosquillas, pero otras veces llegaban a asustar) Pero antes que todo, la patrulla de avanzada , saltando de un lado a otro de la acequia, evitando caer a las aguas enchocolatadas... ( Por eso era preferible saltar en las partes que ambas orillas estaban màs cerca; en otros sitios había que tomar "vuelo" y muchas veces no alcanzábamos a llegar. Sólo el "Capitán" era capaz de saltar al otro lado de la acequia en el "Paso Asesino". En aquél paso era necesario tomar mucho "vuelo". Él siempre nos decía, que si algún día querían deshacerse de él, sòlo bastaba con un valiente que lograra vencerlo en tan temeraria tarea. Lo decía con su "no sé qué", ya que en el fondo sabía que todos éramos unos cobardes) Bueno, la cosa es que las patrullas de avanzada se introducían en los pastizales e indicaban dónde encontrar las colonias de saltamontes. Cada vez que obteníamos un prisionero, lo catalogábamos entre los pequeños y los mayores ( Por cierto a los pequeños los encerrábamos en un frasco, los hacíamos sufrir un poco y , piadosos nosotros, lo devolvíamos a los pastizales: Debían crecer un poco más para poder ser exterminados) Los mayores corrían la peor de las suertes, sobretodo los màs agresivos, ya que les arrancábamos las patas saltarinas y los devolvíamos a su jungla particular para que no nos olvidaran y sirvieran de advertencia para el resto. A los otros, a los más subersivos, les arrancábamos la cabeza y las enterrábamos en alfileres. El Capitán encontraba gracioso verlos saltar y saltar buscando sus cabezas. Reía como condenado y a todos nos designaba un saltamontes sin cabeza y los hacía competir. Por cierto, el juego se llamaba la "Competencia de los descabezados" . El primer saltamontes en morir , su dueño recibía una "sarta de patadas en la raja" de todos los integrantes del grupo ( Yo era el que más recibía, porque a parte de tocarme los paliduchos y que eran los más dèbiles , tenía que recibir las patadas de mi hermano chico. Por eso le insistía que era mejor que se quedara en la casa,que saliera de compras con la Mami, pero no había caso: En esos tiempos mi hermano era mi sombra propia) ¿y el Capitán? No, él no participaba, porque dirigía el juego: Tenía la gorra azul. Él, a lo Emperador Romano, nos indicaba con el dedo pulgar cuál saltamontes había muerto primero....y era mejor recibir el premio: Huír era lo peor. Eso hizo el pobre "Banana" y no pudo salir a la calle por dos semanas. El Capitán nos obligaba a hacer guardia frente a su casa y por eso jugábamos ahí, cosa que él nos escuchara. Además el "Capitán" ( Experto en presionar sicológicamente a sus víctimas) creó turnos de a dos para ir a buscarlo a su casa. A la Mamá-Banana la teníamos "chata" y le rogábamos que lo dejara salir a jugar. Que no, que se siente enfermo, que tiene que hacer tareas, siempre alguna excusa para no salir. El Capitán , arriba de uno de los pinos más altos de la plaza, decía que algún día tenía que ir a comprar el pan, pero el Banana , el muy astuto, convenció a su hermana para que realizara el mandado y que los "vueltos" que a él le pertenecían, serían vitaliciamente suyos ( ¡Que ingenuas las mujeres!) .

Un día no aguantó más y cuán cordero que va al sacrificio, entregó su trasero a las zapatillas de todos nosotros, no sin antes amenazarnos que su Mamá era una gitana y que le diría que nos lance maldiciones a todos y que a parte, al Capitán lo acusaría a su Papá que le saca sin permiso la gorra azul, que por eso lo podían llevar preso y etc.etc.etc. El Capitán aburrido de las amenazas, le abrió los calzoncillos y le echó una carga de saltamontes, diciéndole que eso era para que aprendiera que quién mandaba acá era él y no otro, que por eso era el "Capitán" . Todos reían por el suplicio del pobre "Banana" , pero sólo como una forma de complacer al "Capitán", ya que en el fondo estábamos tristes por su situación y, además, en cualquier momento le podía dar la weá con alguno de nosotros. Cuando lo vi corriendo a poto pelado a los brazos de su Mamá, entendí que algo andaba mal....pero faltaba un año más para dejar de participar en los siniestros juegos del "Capitán"...

Así nos entreteníamos con los Satamontes. Luego los íbamos a exhibir a las niñas. Les decíamos que teníamos coronas para sus muñecas y ellas, inocentemente, nos las pasaban y nosotros se las entregábamos con miles de cabezas de saltamontes clavadas en los vestidos de las muñecas que no dejaban de sonreír y decir con voz chillona: "Mamá, soy feliz". Claro, ellas las lanzaban lejos y nos iban a acusar a los papás. Para entonces, ya estábamos refugiados en las copas de los árboles de la plaza.

El "Capitán",el día que supo que la niña de sus sueños sentía "mariposas en su estómago" por un compañero de curso; se hizo un nudo en el corazón , fue donde el Farolito, compró una caja de bombones, se los comió solo y con los papeles plateados envolvió piedras con extremidades de saltamontes. Luego ,con el regalo ardiéndole en las manos, buscó por toda la Villa a su amada traicionera. Se acercó a ella y con un frío "es para ti" depositó la caja en sus manos y se fue corriendo a su casa. ....Desde aquél día le dejó de gustar....ése era el Doctor Caos, mi "Capitán" en mi infancia...

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