martes, 6 de octubre de 2009

En caso de emergencia presione el botón de pánico



Después del temblor fue que lo vió salir del corazón mismo de una gran nube de polvo y ; herido, semidesnudo y cojeando, como si tuviese partido unos cuántos huesos, se fue abriendo paso entre el caos reinante.
A penas pudo bajar de la escalinata lustrosa y ya una Señora le trataba de clavar una esquela milagrosa en su pecho desnudo y lacerado, pero alcanzó a escabullirse y subrió por la calle Estado y yo, detrás de él, tras sus huellas, como cuando era un cabro chico.
en serio pensé que se trataba otra de Tunick o una protesta contra el gobierno de turno; pero no, estaba equivocado y él extraviado, como si no fuera de este mundo. Eso lo sé, porque se miraba perplejo en las vitrinas y quiso escapar, esconder el collar de sufrimientos que lo delataba, pero era mucho para él, mucho.
Por eso se subió a un ciclocarro y lo bajaron a cuestas, en el costado más concurrido de la cemental plaza de armas Capitalina y, horrorizado, observó la Catedral, buscando a gritos a un tal Pedro.
Y en serio toqué, toqué una, dos, tres veces el botón de pánico. Nadie acudió a mi llamado....y nuestro Crizto de Mayo tomó una cuncuna con motor, con rumbo desconocido.
--NOTAS AL MARGEN DEL MANUESCRITO--
No presenta notas, está perfectamente mecanografiado con una Olivetti antiquísima

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