domingo, 9 de septiembre de 2012

UNO,CIEN,DOS, NOVENTAINUEVE...

De repente vuelven las mismas pesadillas de siempre y despierto miserable y silencioso, como si aún mordiera las túnicas de mis muertos particulares. Intento abrir la ventana, pero no alcanzo a cubrir los metros de distancia, por eso toco una y otra vez el timbre para llamar a la enfermera y nada, el pasillo aún se ve despejado, no hay caso. Respiro hondo, mi reloj pulsera me recuerda que es la hora de tragar con un poco de agua el set de pastillas para mantenerme en el cuadrilátero de la vida. El de la cama de al lado se queja constantemente de un dolor agudo. Anoche, por lo mismo, me mantuve despierto y me entretuve afinando el oído para escuchar una música que venía de la radio a pilas de la sala de enfermeras. Creí reconocer la voz de la enfermera Jefe que contaba que hizo un viaje de fin de semana con su hijo y su marido al litoral central....Algarrobo, sí, fueron a Algarrobo, porque tienen una cabaña de dos pisos, con piscina y quincho y cerca de un pequeño bosque de eucaliptus. Necesitaban un escape, porque decía que estaban a punto de la separación y sí, dice que de algo sirvió, que conversaron fumándose unos puchos, cuando el niño dormía su siesta y que le llamó la atención el color del océano : estaba de un extraño color turquesa. Intenté imaginarme que estaba ahí ( eso sí, lejos de ellos) tomando el sol junto a Sofía.Ella con unos enormes lentes oscuros, con una Cosmopolitan semienterrada en la arena y corriéndole una gota de sudor desde su frente hasta su barbilla. Por mi parte cubro una erección repentina. De poco sirvio, ella me conoce, sabe cuál es la intención de esa caricia cerca del bikini. Me mira sacándose los lentes y me pregunta todo tierna:¿Necesitas que llame a la enfermera? y sonríe, sonríe pepsodent ultra-white y desaparece en su sonrisa y yo vuelvo a esta habitación temperada, con el de la cama de al lado quejándose. Logro dormir contando del uno al cien, del cien al uno, luego en números pares, después en números impares y cada vez que me equivoco, vuelvo a contar, vuelvo otra vez a contar.

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