jueves, 17 de marzo de 2011

ÚLTIMO CANNON


Pensaste erróneamente que te amaría eternamente-dijo el sacerdote secándose las lágrimas que caían en su cruzifijo que luchaba por no resbalar de sus dedos nerviosos- pero te equivocaste, porque...porque el amor es sólo un momento sublime, de aquellos momentos que no se pueden calcular en forma temporal, pero que tarde o temprano tienen su definitiva sepultura.
Fui tu fiel seguidor, pregoné por el desierto inmenso tu palabra divina y no te miento en asegurarte que en cada oración te amé, de verdad que te amé...pero todo tiene su tiempo y es la hora de mi verdadera búsqueda, porque ya desperté del embrujo, es la hora de amar como hombre y no como el siervo cegado con tu luz. Hoy me libero.

El sacerdote dijo su última oración, colgó su cruzifijo en los dedos de los pies de la sacra-estatua y lo último que se oyó de él, fueron sus pasos cruzando el piso oscuro de la Catedral. Era el año 1503...

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