miércoles, 15 de diciembre de 2010

RELATO POST-TERREMOTO : MALA NOCHE (3-2010)


Me quedo con las últimas palabras que me dijo Conchalevalechico, cuando me despedí de él al salir del Templo Tropical: “Son las 12 y cuarto de la noche, vas a llegar temprano al Virreynato del Sur” Y me fui caminando, desenrrollando el cable de los audífonos de mi MP3 y escuchando música. ¿ Subo por Buenos Aires o por Costanera? – esa fue la pregunta de rigor-. Lógicamente, preferí Costanera, porque Buenos Aires significaría una vuelta tremenda. No llevaba más de dos cuadras, cuando me doy vuelta y una imagen se me vino encima: 3 hombres de blanco ¿ ángeles? ¿es mi hora? ( Que irónica es la vida, de repente ) El del medio , un hombre delgado , canoso, con lentes ópticos gigantes y con un tremendo palo de esos sacados de cercas que se ven camino a la Quinta región, custodiado por dos jóvenes que, sin poder reaccionar a tiempo, se me abalanzaron gritándome un sinfín de disparates, tratándome como un vulgar hampón.
Caí al suelo y me comenzaron a dar de patadas y a azotarme con el palo ( Los latigazos de la Doña hubiesen sido más placenteros, digo yo) En ese momento no pensaba en nada y ni me di cuenta que me revisaban los bolsillos, sólo pensaba en escapar y lo logré y en un milésimo de segundo me las di de Forrest Gump. Me siguieron media cuadra y yo corría y corría como si tratase de batir mi mejor marca y pensaba que justo en la mañana había ido a trotar al cerro y había estado practicando los piques y rompiendo mis humildes récords personales.
Yo creo que se dieron cuenta que no me alcanzarían y desistieron y se fueron caminando lo más natural del mundo. Me revisé los bolsillos y, a parte del MP3 que le vi en las manos a uno de los ángeles, descubrí que no tenía el celular. No sé qué me pasó y comencé a agarrar piedras y se los comencé a lanzar.Algunos lograron el objetivo y la mayoría, por cierto,no. Y comencé a correr tras ellos y en un pasaje los veía a pasos de mi, caminando lo más normal del mundo y yo, detrás de ellos, miraba a las casas y comencé a gritar a todo waltaje que salieran de sus casas, que me habían robado, que quería que me devolvieran mis cosas. Y eso les gritaba: “Devuélvanme mis cosas ! ¡Quiero mis cosas de vuelta! Seguía mirando las casas y se veían tímidos rostros que sólo husmeaban por las cortinas. Doblaron en Buenos Aires e iban desapareciendo por O Higgins hacia la Panamericana, cuando en un arranque de furia, agarré una piedra y con tan buena suerte (o mala), le di al weón del palo. Este comenzó a golpear el palo contra el asfalto y corrió hacia mi y yo tropecé…ese fue mi fin…. Me comenzó a dar palos por todo el cuerpo sin compasión y tratándome como si fuese yo el delincuente para justificar su agresión. En este momento me quiero detener: congelemos la imagen, en ese momento las calles desaparecieron, la placita que estaba cerca se esfumó, los postes de luz, el cerro Chena y su virgen luminosa que supuestamente protege nuestra comuna, la noche misma, mi pasado, todo mi pasado y, ante la orquesta de palos y palos que me daba el malacatoso , sólo hablaban mis pensamientos. Ya no tenía fuerzas, no podía levantarme y huir, sentía que sus manos insistentes seguían hurgueteando mis bolsillos, buscando riquezas materiales de las que carezco. Mis pensamientos hablaban más fuertes que yo y me decía en sourround: “Patito Fernández, hasta aquí no más llegaste” y me sentía solo, completamente solo, como si estuviese en un escenario cruel. Trataba de agarrar una mano invisible que pudiese brindarme ayuda, pero todos mis seres queridos habían desaparecido…. Pensaba en mi Virreina y en mis infantas, les había fallado y ya no estaría para brindarles protección. Realmente había sido una tarde llena de emociones encontradas con mi familia. Me decía, por suerte, pude compartir con la Kunkis una buena conversación en la tarde, yendo donde el Abu-Raffed a comprar sopaipillas y pude abrazar a la Tina 3 y 4 y cinco veces, pedirle disculpas por mis sobrerreacciones de padre furibundo y decirle que la quiero mucho. En cuanto a mi Virreyna, me vino por un segundo la imágen de la playa de las Cruces, a las tantas de la madrugada, horas después del día de los enamorados. Yo ,abrazándola fuerte, y ella diciéndome tiernamente y entre sollozos que, más que marido y mujer, somos compañeros de vida, que no volviera a dejarla sola en esos silencios que de repente me dan y que no puedo controlar.
A mí mismo me decía que nunca imaginé que aquella fuese la forma de terminar mi vida, a palos y, por un momento, me dije, que, quizás, ésta era una vivencia karmática ( ya andaba medio weón) que quizás me merecía la zurra, que el weón tenía una deuda pendiente conmigo y que en una vida pasada yo fui quien lo molió a palos, que en este presente él cobraba venganza.
La verdad es que pensé morir y mis manos moreteadas buscaban algo en la tierra para defenderme, pero sólo di con piedrecillas de una salida de autos.
Fin de la imagen congelada, continuemos con el relato. No debo olvidar ningún detalle de cómo se desarrollaron los acontecimientos. Es de vital importancia para lo que sucederá en los días venideros.
Pienso que en este año en particular, algo me dice que me debo cuidar bien de las elecciones de calles y avenidas por las que debo caminar, de escuchar mi voz interior cuando me dice: “Hoy, Bolígrafo Rebelde, quédate en casa, no es recomendable que salgas” Cuando mi Compipa me diga nuevamente que no se atreve a salir caminando solo de noche, que por su trabajo debe ver miles y miles de weás trágicas, ya no lo volveré a agarrar pal chuleteo tratándolo de niñita. Uno re-aprende cada día lo que cree saber a la perfección, pero que a fin de cuentas no practica del todo. Son como los típicos consejos de madre: “sale abrigado, te vas a pescar un resfrío”, “ no hables con extraños ”, “ cuando salgas con tus amigos, sólo anda con la plata justa”...en fin.
Continuando con el relato, en el lugar que me dieron como waraca ( parecía guatapique!!) salió mi sobrino, de la casa esquina que, por suerte, era la de su suegra y el “chure” gritó: ¡¡ Le están pegando al Pato ! El weón del palo huyó y mi sobrino lo persiguió con un ejército de cabros salidos de la nada. A duras penas me levanté y caminé hacia la acera. Todo adolorido me tendí en la tierra y sólo quería despertar. Llegó mi infanta, la Tina, de no sé donde y mi hermano el Alex, que me estuvieron acompañando. Yo me tendí boca arriba y me quejaba. Sangraba, estaba desastroso y lo único que le decía a mi hermano es que no quería que la Virreyna se enterara de nada, que no quería preocuparla, que no la llamen y eso repetía como disco rayado.
Comenzaron a salir vecinos de sus casitas, diciendo que algo habían visto y etc,etc,etc. Divisé a un wachaca académico que, con una sonrisa, lo único que dijo: ¿ El Pato Fernández? y de ahí no lo vi más.
Salió un hombre de negro a brindarme ayuda ( Qué irónico, no? Los malacatosos andaban de blanco…) y vino con un gran abrigo para cubrirme y me dijo que estuviese tranquilo, que los carabineros venían en “camino”. Yo quería pararme, pero no podía, mi infanta y mi hermano me decían que me quedara tranquilo y , a duras penas , logré sentarme en la acera. Llegó mi hermana, la negra, y me decía que me quedara quieto, que no me moviera mucho. Le dije a mi hermano que fuese a buscar al Conchalevalechico, que le avisara que su Obispo estaba pa la cagá. Y eso hizo….En eso llegó el hombre de negro con una camioneta último modelo y me dijo que ya no podíamos seguir esperando más y me obligó a que aceptara su ayuda desinteresada. Alguien nos dijo que habían atrapado a uno en Colón un poco más allá de América, al frente de la comida china que parece pescera. Se subió mi infanta tambien y no sé quién más. Les dejamos dicho que si venía el Conchalevalechico con mi hermano les avisasen dónde habíamos ido.
La weá es que llegamos y cuando a duras penas me bajé de la camioneta y vi que ahí estaba , a un costado de la patrulla de carabineros , uno de los delincuentes, acompañado por una weona que jamás había visto. Yo lo vi y fue instantáneo, me quería lanzar contra él. Le decía totalmente descontrolado al carabinero que él había sido. Y el saco wea del malacotoso me miraba del otro lado , todo divertido. Mi sobrino y no sé quién me trataron de calmar y luego, ya más tranquilo, me resumieron los pormenores de la captura. Lo bajaron de una patada de la G-09 y el muy cobarde les decía que lo dejen ir, que tenía conflictos con la justicia . Luego le exigieron el celular y la mina salida de no sé dónde se lo sacó del bolsillo de la chaqueta: “Ahí está, si lo encontramos botado”.El otro escapó caminando y ante la insistencia de la gente y la mía propia, el carabinero dijo: “déjenlo ir, ya no lo alcanzamos” ( siendo que estaba a una cuadra y literalmente el carabinero no cumplió con lo duspuesto en el artículo 130, letra e) del Código de Procedimiento Penal que dice textual: “Se entenderá que se encuentra en situación de flagrancia: e) El que las personas asaltadas, heridas o víctimas de un robo o hurto que reclamaren auxilio, señalaren como autor o cóm plice de un delito que acabare de cometerse”)
Aquí la historia se pone más cuática, porque la mina decía que yo la había intentado violar, y todos comenzaron a exigir en masa a los carabineros que actuara de una vez por todas. Éste explicaba que debía se objetivo, que estaba ante una encrucijada de declaraciones, mientras ( por supuesto) el delincuente y la mina se reían indiferentes ante todo lo que pasaba. Al final, para la fuerza pública, en vez de víctima me miraban como posible victimario. La gente sulfurosa reclamaba que por eso no hay que llamar a carabineros, que no hacen nada, que es mejor aplicar el “ojo por ojo, diente por diente”, darles hasta más no poder a los delincuentes y luego dejarlos a poto pelao para que, alguna vez en su vida, sientan verguenza .
En eso comenzó a sonarme el celular: era la Virreyna, pero yo le cortaba a cada rato, no quería que se enterara aún. Pero me la encuentro llegando con mi otra infanta, la Kunkis y con un “muy buen amigo” y ella muy calma habló con carabineros, pidió los datos del delincuente y él nos explicó que , en el procedimiento regular, debía llevarme detenido a mi y a los otros, pero que dejaría que fuese a la posta a constatar lesiones y a interponer la correspondiente denuncia ( ¿ A mi, si a todas luces era la víctima? ) El buen samaritano de negro explotó en furia al ver el proceder de carabineros y le decía que llamó más de 5 veces por lo que estaba sucediendo y que nunca llegaron a tiempoy que sería bueno que pidiera las grabaciones al 133 y hubo un pugilato entre ellos. Yo traté de calmarlo, pero él estaba fuera de sus casillas y el carabinero, con ese carácter “cuadrado” y ese tono medio militarezco que los caracteriza le decía, agitando su libretita de anotaciones que, debía guardar respeto ante la autoridad. Era la impotencia de la gente la que hablaba en este cuadro dantesco y yo ya no estaba pensando con claridad...¿ Víctima a victimario? ¿ En qué momento me monté a esa mina tan fea? ¡Mi pene estaría hasta con lepra si hubiese tenido la osadía de incursionar con ella! No, no podía pensar con claridad, algo me decía que el proceder de carabineros estaba mal. A lo lejos la voz de mi Profe de Procesal Penal me decía, por ejemplo,que el artículo 130 del Código Procesal Penal, que habla de la situación de flagrancia, es sumamente importante y debe ser aprendido de memoria. Pero en esos momentos, ya no me acordaba de eso...
Cuando vi llegar a Conchalevalechico y a mi hermano, le di las gracias al hombre buen samaritano y me dijo que cualquier cosa, ya sabía donde vivía.
Conchalevalechico me llevó al Pino, eran cerca las 2 de la mañana. Iba mi hermano, la Virreyna , el “buen amigo”, Conchalevalechico al volante y yo. Llegamos a la ventanilla y nos dijeron que debíamos esperar 2 horas y eso hicimos. El frío de la noche comenzó a hacer estragos en mi brazo y me dolía. Temblaba como gelatina y estaba en shock. Lo único que le decía a la Virreyna era que me quería ir a acostar y olvidar todo y no levantarme jamás. Que no quería ir a trabajar, que no valía la pena estar acá. Y la paciente Virreyna me decía que no tenía que ser porfiado, que debíamos cerciorarnos de que no tuviera un hueso o una costilla rota. E insitía que esto estaba demás y por eso le decía a Conchalevalechico que se fuera a su casa, que debía levantarse a las 5 de la mañana para arreglarse e ir al trabajo, que no fuese tonto, que nos íbamos en radiotaxi; pero él , con la actitud que lo caracteriza, se quedó ahí,con las manos en los bolsillos, con la típica mueca que hace en ciertas ocasiones, como diciéndome que no hablara weás, que pa eso están los amigos.
Yo buscaba los rincones, no quería que nadie me viera. Por suerte a la Virreyna se le ocurrió abrazarme y ahí hundí mi cara para calmar el llanto que me venía y se esfumaba, al recordar esos pensamientos cuando me estaban dando de zurra.
Me decía a mi mismo que la saqué barata, que quizás no hubiese vivido para contarlo y ella estaba serena y me abrazaba y me decía, “quédese así, tranquilo, tranquilo”. Y podía cerrar los ojos en paz, respirar tranquilo, aunque aún sintiese escalofríos por todo mi cuerpo.
Los minutos transcurrieron lentamente y el Conchalevalechico me dijo que mi ojo estaba con derrame y yo me quise ir a ver al baño y ahí vi el manchón rojo. Mi hermano me custodió hasta la puerta y, mientras me las ingeniaba para mear, sentía cómo mi hermano dialogaba con un curaíto que, al parecer, quería entrar al baño.
Me quedé un rato más abrazado a la Virreyna, hasta que me convenció de que me quedara sentado. Eso hice...a penas me podía sentar. El “buen amigo” me preguntó qué eran esas marcas en la chaqueta y, sorprendido, le dije que eran los palos que me dió el sabandija. Nuevamente el frío, en la sala de espera era como estar en la intemperie y preferí cubrirme con la chaqueta el brazo, para que el frío no siguiese causándome dolores. Aproveché de cubrirme el rostro con mi fiel chaqueta y gimoteaba como cabro chico por todo lo sucedido.
Finalmente me dejaron ingresar. Ya eran cerca de las 4 ( un poco antes me atendieron) Y una ñam-ñam vestida de enfermera, me atendió. Me revisó y me mandó a hacer radiografías. Nos demoramos un poco en encontrar la sala de rayos y ahí estaba una mujer gorda esperando a su hijo que lo habían asaltado tambien y que le pegaron con un revólver en la cabeza. Hablamos en extenso con ella y nos contó que su hijo fue a ver a la polola que vive a cinco cuadras de su casa. Le robaron todo y alcanzó a llegar caminando a la casa. Ella decía que existe un presentimiento de madre y se levantó de su cama en el acto. Lo abrazó fuerte, se vistió y lo trajo a la posta. “Siempre, siempre le digo que llegue temprano a la casa” - decía afligida, la pobre madre que nos indicaba que en esa estrecha puerta debíamos esperar que nos atendieran-
Bueno, los rayos salieron ok, me pusieron una inyección ( La enfermera me quería ver completamente desnudo, pero le dije que no procedía en este caso …se quería pasar de lista, la muy ñam,ñam!!!)
Llegó a la sala un hombre que gritaba como barraco, se tocaba el hombro. Eran alaridos que se escuchaban en toda la posta. Me imaginé que afuera Conchalevalechico, mi hermano y el “buen amigo” quizás pensaban que era yo el que gritaba. De puro verlo, mi dolor poco a poco fue desapareciendo ( “lo mío es una alpargata al lado de este pobre cristiano”, me decía) y fui a interponer la denuncia…Veamos si vale la pena, me decía, veamos si vale la pena.
Una cosa queda clara: Los delincuentes manejan , a la perfección, tres grandes materias: El Derecho Procesal Penal; la Sociología y las Artes Escénicas.
Es de esperar que los pasos a seguir salgan bien.

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