domingo, 12 de septiembre de 2010

16 de Abril de 1912, Santiago de Chile


Hoy estuve al borde de la muerte, pero no hablo de muerte física, sino de una que es más dolorosa: de amor. Fui incapaz de retenerla en mis brazos y ella, a penas quiso responder a mi beso claro, sólo tomó el tranvía y se esfumó de mi lado. Ví cómo sus cabellos se sacudían con el frío viento de la mañana y yo no supe qué hacer, me desorienté.Intenté rescatarla de su escape , pero mis piernas no respondían a las órdenes que profesaba mi corazón. Yo la vi desaparecer hacia Estación Central y sentí que con ella se iba una parte de mi alma.
Solo, me sentía solo , solo con el sonido de mi tristeza cayendo a gotas en mi interior, mientras los transéuntes exigían que no fuese un obstáculo en su camino. Y fue en ese momento ( todavía lo recuerdo ) que un pequeño salió de la nada gritando a todo pulmón que el Titanic se había hundido en el océano Atlántico, al sur de las costas de Terranova. No entendí mucho, sólo encendí un cigarrillo, tomé mi bastón y me fui rumbo al Café Torres, mientras la muchedumbre intentaba comprar un ejemplar con la noticia destacada.

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