miércoles, 4 de agosto de 2010
MANSIÓN SINIESTRA
No mires, no mires,le decía sonriente, mientras sentía que el carrito siniestro se nos iba de las manos. El número trece, es el número trece, me decía cada vez que podía, recordándome que no se pueden sentar trece en una mesa y cosas parecidas, que lo había visto en la televisión. Lo bueno de todo es que ella se acurrucaba en mi, como si buscara protección. (Algo también había visto en la televisión y al parecer era típico de las mujeres que, cuando se encontraban en una situación de peligro, buscaban a su macho). Jajaja, yo me reía y me trataba de hacer el que no tenía miedo de nada,lanzándole pollos a cuánto mono terrorífico se nos atravesara en el camino y diciéndole que a este jueguito me había subido en un día como diez veces; mientras el electrocutado, desde un rincón, saltaba en su silla pidiendo misericordia.
Ella sentía que algo le rozaba la cabeza a cada momento y yo le decía que eran telarañas, pero que no eran reales y que por más que uno tratara de romperlas, jamás uno podría llevarse un trofeo a la casa.Tengo miedo, me decía ella y yo le decía que no tenía de qué temer , porque estaba conmigo, pero parece que no me creía mucho, porque creía que las paredes se nos venían encima en los angostísimos pasillos que recorríamos.
Lo que ella no sabía era que tenía todo planeado : Sí, le pediría pololeo en la Mansión Siniestra, teniendo de testigos a los monos terroríficos que extendían sus brazos para felicitarnos, en ese concierto de gritos desgarradores y espejos que se trizaban a nuestro paso. Yo me sentía un héroe, su héroe y ella seguía con los ojos cerrados, mientras el carrito subía al segundo piso...
Ahora viene la luz del sol, puedes mirar, le dije todo un experto. Y salimos de una cortina de hule que nos permitió respirar, por un breve momento, la luz del día. Ahí alcanzamos a divisar a nuestros amigos que, desde tierra firme, nos hacían señas como malos de la cabeza y yo les gritaba que todo iba bien y ellos nos trataban de explicar que iban a hacer la fila en el "Cinerama" y que después darían vueltas y vueltas en el "Pulpo" y en el "Century 2000".
No quiero que el carrito entre denuevo, no quiero que el carrito entre denuevo, me decía ella ,casi suplicando.....abrázame, por favor, me rogaba.Y yo, ni tonto ni perezoso lo hacía, sin dejar de aprovechar de acariciar sus cabellos que olían Colonia Coral Musk. Calma, si esto dura poco tiempo...y sí, poco tiempo me queda , me decía a mí mismo y ni siquiera me había atrevido a darle un beso.
Denuevo la cortina de hule y los gritos desgarradores y las telarañas que nos rozaban y el descabezado que nos extendía su cabeza en una curva y que logré coronarle su nariz con un escupitajo verde y yo la abrazaba y trataba de hablarle buscando sus labios para besarlos, pero me era imposible: El miedo la tenía paralizada y decía que no quería mirar, no quería mirar, mientras seguían cayéndonos cosas de la nada.
Un librero casi se nos vino encima, al menos eso creí yo y un diablo luminoso agitaba su capa demoniaca y ella comenzó a rezar en latín ( o eso creí yo) y fue en ese momento que el carrito quedó paralizado. Espera, espera, debe ser parte del juego, le dije todo canchero. Y le expliqué que cada verano agregaban más cosas a la Mansión Siniestra y le conté que la última vez había una niña que se disfrazó de bruja para asustar, pero que la sacaron, porque comenzaron a tirarle escupos y a tratarla de puta mal nacida. Ella comenzó a desesperarse y yo comencé a chiflear y a lanzar mi repertorio de garabatos que había aprendido hace poco , con el fin de que el carrito siguiera andando y para demostrarle que para mí todo era parte del juego y que no tenía miedo. No había caso, ya los segundos se hacían minutos y traté de mirar al carrito número 14 que iba detrás de nosotros o al 12, que iba delante de nosotros y nada...era como si hubiesen desaparecido....Le dije que era mejor caminar, pero ella se rehusaba a poner un pie fuera del carro, como si el piso tuviera brasas ardientes. Me dijo algo así como que ni loca se bajaba. Yo me bajé y todo un caballero le extendí la mano para que se bajara, diciéndole que debíamos salir caminando, pero ella no quería y comenzó a llorar, sobretodo cuando vio una luz que se acercaba a nosotros. ¡¡Yo me meé cuando vi al mismísimo Drácula, casi al frente mío !!! ¡¡¡No lo podía creer!!! Lancé un grito de terror, me cubrí el cuello y me puse en posición de Karate para practicar una de las llaves que me había enseñado el Chino Larraín y ella se desmayó dentro del carro. HIAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!, pero Drácula me detuvo al seco el golpe , se sacó los colmillos de plástico y nos dijo que la atracción había sufrido un desperfecto , que lo sentía mucho y que si éramos tan amables, por favor lo siguiéramos, que él nos mostraría la salida.
Cuando vió que ella estaba desmayada, la tomó en sus brazos y se la llevó al mundo exterior. Si hubiese habido un hoyo, juro que me entierro en vida. Lleno de verguenza y todo meado lo seguí y allá afuera los curiosos se habían agrupado para aplaudir a los valientes que habían sido rescatados de la Mansión Siniestra. No había caso, de mí se rieron y de mis propios amigos fui el material para el webeo todo el resto del verano. Por otra parte, de mi rica vecinita, en todo el resto de la tarde no me dio la hora y ni siquiera se quiso subir al carrusel conmigo!!!!
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